¿En qué momentos eres más feliz?

Bitácora Año 666999 de Nuestro Despegue.
En esta larga noche en el espacio infinito, la obscuridad está llena de estrellas, explosiones de la Vía Láctea. Tras haber salido de dos túneles de Gusanos Arturianos, y tras salir de un centenar de agujeros cuánticos negros, y recaer en la energía obscura, no sé siquiera si en todos estos años, en los momentos que el Cerebro Único me ha despertado para arreglar alguna de sus cagadas, he sonreído. Y eso que me pinté una cara de payaso en la máscara. Espero no haberme equivocado con el sentido de la boca.
Soy un latido neuronal estéril. Supongo que en esta nave debe haber alguno más. Tal vez millones. Tal sólo centenas. Decenas? Sólo yo?Recuerdo que no fuimos enrolados a nuestro libre albedrío. Algunos cazados. Otros engañados.
La mayoría se dividía en dos. Las largas filas de los que llamaremos los Exiliados. Obligados. Silenciosos. Aprendiendo de cada mirada. Con la esperanza recargada tras cada derrota sufrida. El miedo envuelto en un corte de rabiosa alegría en cada día, cada segundo vivido de más. Celebrando como si fuese el triunfo definitivo. Y a la espera del siguiente. No es felicidad. Eso es aleatorio. Y aunque en un instante es el Todo, el Todo es solamente vacío ensortijado dentro de la caracola marina más tenaz, que nos pintan como algo maravilloso. Es la Nada. Le Néant más absoluto. Casi la Belleza, o la Felicidad absoluta. Porque nos permite soñar.
Los que no eran Exiliados eran los Carceleros. No está bien explicado, porque si que hubo exiliados que saltaron a ser los perros de presa de los Carceleros. Porqué? Porque se lo merecían. Ellos pertenecen a la saga de los Elegidos. Por sanguinarios, rastreros, etc … Basura Celular.
Ya lo hablaremos más detalladamente, o no. Porque gran parte fue borrada por los Necróticos Amos. Lo que también es otra historia.Muy larga. Y sobretodo sangrienta. Sádica. Innecesaria.
A mí me encapsularon. Creo que está tecnología debería estar obsoleta. Fui capturado mientras sonreía unos memes estúpidos, cansinos. Recuerdo que los dedos de mi mano izquierda estaban caracoleando entre la pelambrera, peinada del revés y a la contra, de la persona más adorable…
Si. Fue por ser feliz un largo instante. Demasiado largo, y escondido, nada productivo… Ese fue el veredicto. Recuerdo cuando me llevaron, sangrando por cada poro, al tribunal. Los pasos huecos resonando en un eco del vacío mental, por unos pasillos enormes. Escaleras de bajada, subida, del tiempo, sin espacio a las palabras. No me custodiaban. Me llevaban arrastras. Recibí el enésimo porrazo en la cabeza. La sangre volvió a tapar la mirada, con gotitas que se hicieron hilos de plastilina… Otra vez el vacío omnipresente, omnisciente, omnívoro… Un cachalote, luchando con el dolor de un kraken mordiéndole la nariz, se lanzó hacia la superficie, aullando un ronquido que casi se hizo infinito, al rebotar en el acantilado, y marchar a las Espérides rabiando. Se abrió paso por mi boca. Me dolió el abrir los ojos, desde lo más profundo de mi sistema nervioso. Y al salir a la superficie de ese sueño sintético, rugí el rastro del aire que …
-Se nos va. -Una voz atiplada, lucia enervante desdén.
– Que se joda. – Voz ronca de tabaco, apestando a estulticia supina.- Mira como se retuerce. Jajaja.
-Te recuerdo que llevamos un 90% de muertes. Y los próximos seremos nosotros. Ni uno más está semana.
Recuerdo despertar al final de mi juicio. 7 empuñetados rostros, con pelucas blancas de tirabuzones. Lo más a la moda posible. Con ratones y garrapatas con alpargatas…
Culpable. Por ser feliz un largo instante. Demasiado largo, y escondido, nada productivo…


Ongi Etorri