Dinos una cosa que cambiarías de ti si pudieras.

Njour. Egun on.
Últimamente, acá en el espacio más profundo, o no, porque todavía no hemos llegado a ninguna parte, ni a ninguna conclusión, estamos intentando cambiar el insulso nombre de la Vía Láctea.
Muy poético, muy gaga, muy ñoño. Sin rimas. Necesitamos llegar a amedrentar a lo que ni siquiera nos conoce. Nosotros tampoco a ellos. Total, acabamos de entender que necesitamos cambiar la función de pensar.
Mientras tanto, por si acaso ayuda, estamos diseñando una nueva forma de pensamiento en el viento, a contra viento, con el mar en pleno Jardín de Las Espérides, con olas de plata y azul. Marte a un lado, al otro Europa y ahí a su frente la perdición.
La vamos a llamar Borsalino. Porque ganó la votación final contra Carajillo. Y a diferencia de este último, no se ingiere, y menos 30 al día. Te lo pones en la cabeza. Pones caras de malo malote, o de sorpresa o seducción frente al espejo. Alargas los morritos y te atusas los tirabuzones, con algodones y mofletes caídos como los de un Pachón. Unas 8 horas diarias, y sin siquiera tener que levantarte de la cama, o bajarte del Carrousel. Y en horas de curro. Es un nuevo enfoque que está triunfando. Arrasa.
Creo que debemos de mezclarlo con los Carajillos. Conseguiríamos más espíritualidad.
Descafeinado para mi.
Feliz día y abrazote.


Ongi Etorri