
Anoche salíamos a pasear, yo de tu mano en la lejanía, y el Seigneur Gomi traduciendo los olores en colores, volteando mezclas de azafrán y menta.
Divagabamos vagueando la vaguada, viendo el Airi clamar las aguas como agujas punteando la noche, absorbiendo las nubes y enraizando el castaño. Tú quieres el boj, y el acebo. Mis dedos deseosos se pinchan en tu recuerdo.
La sangre se revolotea, como palmas acompasadas en el tango andariego. Me despierta el pensamiento, y me acogen acordes , silbados a los cuatro tréboles, cruzando los mares para encontrar tu salitre.
Me tumbaré entre la roca, y dejaré de fundir la memoria. Dilapidaré recuerdos, tantos cómo lágrimas dulces , soñadoras y parlanchinas, se callen. Que ladren los temores, los tenores, los ojos. Que la noche se puntee de puñetas a puñetazos puñeteros de piñas de pino. De resina resonando tras la esquinita de un gato. Perdiéndose. Lejos.
Hay noches, que la luna reclama. Y los silencios tejen sinfonías de sabor amargo.


Ongi Etorri