Háblanos de un tema o asunto sobre el que hayas cambiado de opinión.

Ayer no escribí.
Hoy tampoco pensaba hacerlo.
Mi decisión no ha sido flagrante, ni flamante, ni flamenca, ni fatal, o falta de necesidad. Sencillamente es el resultado de sentarme, sentado en sentadillas, sentenciosamente. Mentecato. Mirando extrañado, extranjero y extraordinario. De ordinario sigo las palabras y me alejo.
Patético día, piensas. Piénsalo bien. Porque las palabras se habían ido. No sabría explicar nada, ni porqué. No había explicación explosiva express. Pero todo lo ando sintiendo. Sensaciones sintéticas, sin ton ni son, rebotando en el nervio equivocado. Señales de dos dedos acalambrados. Mi respiración se ha hecho tan tranquila. Fugaz. Etérea. De un éter sin eternidad…
Inmenso, interno, intercambio de intercomunicación intercontinental. Desbaratado, desbravado, descomunal nada.
Es tiempo de Castañas. Castaños. Castañares.
Y el Pirenako Monstrua Jaunak lo hizo. Un enorme aullido de dolor. Llorando. Al que respondí en caracol craneal de un dedo superfluo. Tres segundos después parloteaba en signos, señales, hipidos…
Abrió un ojo legañoso, aletargado, cansino, aplastantemente sutil. Soltó un casi estornudo…
Mierda. Todo volvió a la normalidad.
Hay palabras que sustituyen el masticar de los segundos. Según un minuto que ya no es momento…
Feliz día y abrazote.


Ongi Etorri