¿Cómo te sientes ahora mismo?

Un ronquido se engarza. Un gruñido encabronado se enrosca silbando aterciopelados matices de una linda viborita, bailando el mordisco. Lentamente, el ulular le sale del esternón. Se transforma en tenue aullido, mientras la manada se junta. Un denso estertor rebota los muebles, fijando el aterciopelado dolor. Otra pesadilla? Cada vez más ronco. Más amenazante .
Mi cuerpo reclama un baño engrasante del engranaje. Las rótulas, llaman la atención . Trastabillo las campanadas nocturnas. Susurro palabras inconexas de tranquilidad. Rasco la barbilla. Me paso al cogote, donde su piel suena a abrigo de invierno. Evidentemente, evito el enrolarme en este magnífico concierto.
Silencio. Su respirar inicia la marea baja frente al bosque apagado.
La sangre, en mi cerebro, me engaña y engancha el susurro de las olas, adivinando el salto de los frailecillos.
Inicio una retirada estratégica, a acanalarme como un canelón, no canalón, en la bandeja. Voy a hacer olas en las sábanas.
Tras la cortina, la noche sigue apagada. No hay revuelta de reverberación, ni recuerdos. Menos un amasijo que despunta el pespunte…


Ongi Etorri