Njour. Egun on.
He tenido que dar al panorama, un redoble de timbales. Como a dos montañas no muy encima. Una flauta lejana, lacónica. Casi callada. Un silbido tras el castaño, o el cerezo que siembra el sendero de canicas rojas. Entrechican entregas entrenadas. Entre líneas. Entrecerrando los ojos. Un bajo puntea el desplante que dignifica un amanecer ya periticlitado. Esto no va de un compás de tres. Ni de doce. El tal Vitruvio erró al buscar la perfección. Es la belleza, el instante exacto. Un piano lleno de son. Una guitarra llorando la rabia contenida que embadurna mis ojos de bruma. La niebla de un bolero. Todo a cada instante. Todo para saborear.
Creo que tenía que haber puesto más Espelette, o tal vez un habanero, a mí mermelada de tomate y albahaca. Más piel de limón. Y un toque de caramelo de miel y balsámico. Todavía está en la olla. Hoy necesito pimienta… Que sosa es la vida sin especias.
Feliz día y abrazote.