Entre golpear los dedos meñiques de ambas extremidades andatorias, que dolor más estúpido. O es que se te clava en el cráneo, rebotando como una pelota jugando a pala. Y lo imbécil que te sientes. Y luego…
Tropezándome con viejas ilustraciones. La de pajaricos, pajarotes, paparajotes y pajarracos que sobrevuelan nuestras ilusiones. Recuero el recuerdo de la primera vez que estuve rodeado de buitres, que peleaban, gritaban, lanzaban picotazos, panzaban pedazos, en una atmósfera vulgar, de las de la tierra. Nada que ver con las hermosuras rebeliones de carruseles coloridos en resplandores múltiples del averno. Pavernos matao. Pero que colorido, los borbotones sulfhídricos con olores de grandiosos champagnes. Y la melodía tranquila y traquetera del carrusel infantil. Y todo en caída libre.
Feliz día y abrazote