¿Cuál ha sido la última actuación en directo que has visto?

Me levanté tan temprano que parecía que no hubiese hecho la croqueta entrelazando las sábanas. Tras las abluciones habituales, y un desca tirado al ojo izquierdo… Y la correspondiente carrera para escapar del Gomi, y que se despeje un poco, me fugué con más de media hora de atención.
Parada directa hacia el Fuuudtrak. Carretera de Saint Jean le Vieux. En Ezpure.
Me asomé, de puntillas, a la barra-cocina. Y pedí un dorayaki, de compota de manzana con piñones, y mermelada de pétalos de rosa. Hoy me atendió una máscara oplita, con cara de polillita, mirada mutadita y espejos negros en las gafitas. En «lingua franca» me ordenó sentarme, tras haber apoquinado .
Senteme justo a tres metros, frente al espectáculo.
Perdón. Llevaba una boina arcoiris amplia, de la zona. Yo no. Yo con mi gorra , estilo irlandés, de tela de jeans. Preparó meticulosamente diversos tupper. Abanicó la plancha. Inició el declamar de la sexta parte de la Ilíada, mucho antes de llegar a Ítaca, con el fervor del teatro de sombras tailandés. O era el camboyano? Que mala cabeza se me está quedando.
El movimiento de los hombros, casi un Lost de sombras, sacudiendo la hermosura de una canción de Don Evaristo off the Record. Los aromas azucarados, comenzaban a caramelizarse, convirtiendo el momento, en el movimiento tercero de una mazurca. Aunque a mí el Bolero…
No lo pude evitar. Unas lágrimas calientes bajaban suavemente por mis mejillas, y sorbí el todo para dentro. Se me estaba yendo otra vez el cerebro de viaje. Lo hace así, sin avisar. Y suele tardar en volver.
Con voz dulce, pero enérgica, me interpeló con un:
-Ya está.
Me acerqué, aplaudiendo con las orejas, tamaña y soberbia representación de Kabuki. Miré el reloj, tenía solo 30 minutos para refofilarme de tal delicia. Las lágrimas hicieron surcos en los ojos. Tras un saltito, se arremolinaron en el mentón. Una cascada de recuerdos me abofetearon con lo efímero del momento.
Devolví el plato, con las dos manos. Solo pude murmurar un: Tài gǎnxièle.
Salté al coche.
Olvidé los platos de mármol de Carrara. Los cubiertos de titanio. Las copas sopladas a mano. Y el Champagne. Oh!
Pero al menos si llevé al curso de ayer las torrijas, el arroz con leche, la manzana caramelizada y mi confitura de tomate, Espelette y albahaca. Detalles.
Feliz día y abrazote.


Ongi Etorri