Qu’est-ce qui fait un bon leader ?

Mirando la retaguardia.

Recuerdo, como si fuese esta misma mañana,  cuando decidí dar ejemplo a todo mi equipo. Dos personas. Ejemplo de liderazgo. De donaire. De elegancia. Me estaba cepillando los dientes, con ese regusto ligeramente amargo del palolú. Regaliz en rama. Que no en ramen.

Llamé al bar de enfrente de la empresa. Un edificio de oficinas, evolución de la ecuación de 4 Torres en un caos de pitopequeñismo. Hice que nos subieran al piso 69 un opíparo desayuno de churros, porras, pan, tomate y aceite, jamón del bueno, un revuelto de centollo y  caviar, un par de botellas añejas, café de artista, copa de ron y puro.

Por una vez, llegué con unos segundos por delante de ellos. Vale que fue por una llamada a seguridad, para que no llegasen antes que yo, lo que supuso sólo 36 minutos de retención. Y ya empezaron con quejas. Se añadió que la sorpresa, el no haberles advertido antes, y ciertamente que se lo dije nada más asomaron las orejas. Que mal gusto. Si que es por quejarse…

Les levanté el supuesto castigo de comer conmigo. Y llamé a Papá para que me los cambiase por gente agradecida y puntual. Que aprendan estos ingratos.

Me pasé el resto de la mañana deglutiendo poco a poco. Pensé en la ingratitud humana. Y el resto fue picotear. Disfrutándolo. Regodeándome. En silencio.  Casi reviento. Pero me lo comí todo. Lo bebí todo. Les enseñé lo que es ser un líder. Educado. Organizado. Con inventiva. Y con equilibrio.

Y esta vez, no hubo problemas de acidez. Ni sentí las tripas alzarse en revuelta. El estómago dando… Tropecé con los cordones de mis zapatos. La cabeza reventó con la esquina del bureau de caoba. Me encontraron, los de limpieza ,en un enorme charco de purines, sangre y  almuerzo semi masticado.

Dos días después apareció una esquela en todos los informativos, que merecen la pena en esta civilización. Hablaron de mi desinterés hacia los de más. Por lo demás. Gran conversador. Cicerone múltiple en universo de dos dimensiones. Y todas las chorradas que pagó y mandó escribir mi páter.

Lo que de verdad me duele, es que está vez sí participaron en la fiesta la plebe trabajadora de Papá. Ingratos.


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Ongi Etorri

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